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La procrastinación(III): posibles soluciones

Conviene buscar una solución a la procrastinación en caso de que ésta constituya realmente un problema para nosotros. A menudo, al revelar este transtorno de conducta al público, una mayoría de personas enseguida se ven identificadas con él. "¡Yo soy ése!", "¡Yo tengo eso seguro! son frases que surgen de forma espontánea entre la audiencia a medida que se van describiendo los síntomas de la procrastinación. Afortunadamente, esto no es así. Muchos de nosotros por no decir casi todos estamos habituados a postergar tareas porque sencillamente, nos resultan pesadas o nos sentimos agobiados. Si una tarea se evita para descansar o no hacer nada, eso no es procrastinación. Los procrastinadores suelen ser personas bastante activas. Su mal consiste en sustituir sistemáticamente (y crónicamente) lo que deben realizar por otras tareas que, tomadas de forma aislada, pueden ser incluso brillantes, pero que no aportan un beneficio real a la persona.

En el anterior artículo de esta serie sobre la procrastinación, se abordan algunos de los posibles caminos que pueden llevar a la aparición de la procrastinación. En este artículo, se intenta conectar los "caminos de entrada" hacia la procrastinación con las posibles vías de salida al problema o cuanto menos, a mitigar los efectos nefastos que tiene sobre la vida de la persona que lo padece; pues en la mayoría de casos, si realmente se trata de procrastinación, ésta suele ser crónica, pues se convierten en comportamientos aprendidos que llevan años en desaprender.



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